martes, 3 de septiembre de 2013

Arrebatándoles los dioses



Llevo ya muchos meses dándole vueltas al papel de las religiones en la sociedad patriarcal. Vale, ya, original no es el tema, pero oigan, el blog es gratis, así que si quieren seguir leyendo, adelante y, si no, no se quejen tanto. Creo que estas curiosidades mías vienen porque me he criado en una familia curiosa y llena de contradicciones, podría decirse que soy hija de los límites, de los bordes y de los matices o los peros: Con una madre que militaba en la CNT hasta que se mosqueó y se convirtió en una especie de feminista liberal, un padre militar cercano a la UMD y amigo de la teología de la liberación, estudiando desde pequeña en un colegio de monjas de “barrio bien”, pero en una familia que se movía entre el ateísmo y el agnosticismo e hipercrítica con las altas esferas religiosas, y en la que yo era la única que iba a misa, solita y por gusto, para volver luego a casa a escuchar Extremoduro.  Así que no es de extrañar que el día de mi confirmación, con diecisiete años, lejos de llegarme el espíritu santo empalomado, mientras leía en el altar la conversión de San Pablo, lo que cayó sobre mí fuera una gran anti revelación, o dicho en plata, un gigantesco y muy inoportuno: ¿Pero qué invento es esto?

Desde que la inexistencia de Dios se me reveló como una especie de cortocircuito, no he podido dejar de pensar en el papel de las religiones –en general– en las vidas de los seres humanos, en las organizaciones sociales y en su papel de instituciones cohesionadoras del grupo, de máquinas de normatividad, de elaboradoras de lo simbólico. Decía Donna Haraway que los humanos somos seres de ficción, maquinas que se auto dotan de identidad, bichejos a medio camino entre lo artificial y lo natural. ¿No se trata de eso precisamente esto de que el Ser humano es un ser que habla? Creamos realidades, autorrealidades, a través del lenguaje, de los símbolos. 

Lo que es/debe ser una mujer, por ejemplo, se entremezcla con esa gran mentira de lo “natural”, que se usa cuando quiere decirse “tradicional”. Lo “natural” es la Verdad que inventa Dios, o el científico, o el jurista, porque  el derecho es otro gran invento nuestro algo más consensuado –o no- que nos dice cómo tenemos que comportarnos, en definitiva, qué somos y por tanto, cómo serlo. Pero ojo,  los cuentos, la ficción, la televisión, la publicidad, toda la realidad en la que nos movemos opera como un relato que da coherencia a nuestra identidad en el grupo, es ideología que nos susurra cómo ser. Por eso, amigas feministas, dejemos de subestimar las superestructuras; no se trata sólo de llevar la razón - la razón decimonónica se nos queda corta- sino más bien de todo lo contrario, de controlar lo simbólico. Quien controla lo simbólico controla la sociedad. 
Quizá hasta hace poco hemos pecado de ingenuas. Hemos pensado que con educación y concienciación se consigue la igualdad de oportunidades. Y aunque no se puede negar que éstas son grandes herramientas para abrir los ojos a algunas personas, desde luego, no es suficiente para nuestra revolución. Mientras nos limitemos a ser algunas educadoras dando la tabarra desde abajo, seremos como David contra Goliat, pero con una piñata de golosinas en vez de con una honda. 

Bien sabemos que el feminismo no está bien visto. Todas las alarmas y los pelos se ponen de punta, ante alguien que se declare abiertamente feminista, así que quizá va siendo hora de que, reapropiándonos de algunas de esas cualidades malignas asociadas a lo femenino, seamos más sibilinas: que nos infiltremos y hagamos guerrilla desde dentro de las cabezas. El lobby honesto directo y visible no nos está funcionando, somos minoría y no conseguimos entrar en ciertas conciencias a partir de la razón. Reconozcamos de una vez que no todo el mundo es educable y que hay ciertos bestiajes cuyos comportamientos y cocorotas son imposibles de cambiar, que hay que adiestrarlos. ¿Y cómo se adiestra? Con el miedo al castigo. No hay más. La fuerza de la coerción tiene que ser nuestra, y somos demasiado pacíficas como para echarnos a las armas: Creemos una religión y hagámosla llegar al mainstreaming cultural: Tenemos que apropiarnos de las llaves del infierno. Ser las amas de lo simbólico. Quitemos al machirúlico cancerbero o al viejuno de San Pedro y démosle las llaves a Medusa, que ya va siendo hora de que le devolvamos el lugar que se merece y les dé lo suyo a quienes no hayan venerado como se debe a la Diosa, quien creó a la mujer a su imagen y semejanza. 

Medusa de Caravaggio. Medusa no nace de la nada como ser monstruoso, sino una doncella sacerdotisa de Atenea violada por Poseidón, que fue “castigada” por ello a convertirse en verduga pasiva, convirtiendo en piedra a aquellos que la mirasen.


Infiltrémonos, de verdad, tenemos que hacernos víricas, entrar en las cabezas, hacernos con los medios de producción de lo simbólico, la ficción, la religión, los estudios, las tradiciones. Con algunos de estos lugares ya nos hemos puesto, pero quizá nos estemos olvidando del más irracional y efectivo de ellos: En vez de combatirlas a pecho descubierto, reinterpretemos las religiones en términos feministas. ¿Por qué no? ¿Por qué no darle la vuelta a la Biblia, masticarla, deconstruirla, regurjitarla, debatirla  y hacer nuestro el resultado? ¿Por qué no hacer de Jesucristo un transgénero y de María una matriz autosuficiente sin esperma*? Si lo hemos hecho con tantos otros relatos desde la Filosofía y el feminismo –Estoy pensando en Antígona, en Eloísa, en Juana de Arco…- ¿Por qué no hacerlo con La Palabra de Diosa?


*La idea de la Virgen María como icono feminista autofecundada no es mía, que ya me gustaría, se nutre de este genial post de mi admirada Alicia Murillo:

5 comentarios:

  1. Propuesta de táctica de guerrilla que puede no agradar, pero que creo necesaria:

    -Cambiar la palabra "feminismo", por otra. Pese a su significado "real", bien dices que mucha gente (que está a favor de igualdad de derechos y deberes entre géneros)no se declara feminista. ¿Por qué? Porque hay una serie de connotaciones negativas que tiene, porque parece querer decir lo contrario a machismo para la "gente de la calle" etc.

    Sé que no triunfaría una palabra como "Igualista" o "géneroigualista", pero algo habría que inventar.

    Tengo la percepción (quizá equivocada) de que "hembrismo" es una palabra que nació como un chivo expiatorio, para cargar sobre ella esos significados negativos (no de igualdad, sino sexistas, pero en sentido opuesto al machismo) y liberar a "feminismo" de los mismos. Pero eso no ha calado. Por eso creo que ese nuevo resurgir tiene que empezar con una palabra nueva, inequívoca desde el principio en su implantación. ¿No utiliza un sector político bastante reaccionario la palabra "liberal", tan cargada de connotaciones positivas para llevarse el gato al agua? Pues eso...

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    1. Hola, querido.
      Verás, varios temas. No sabía muy bien si responderte a este comentario. No quiero crear un foro de debate en este blog y además, creo que tus palabras no responden a mi entrada. Pero eres mi primo y te quiero con locura, y como este es mi blog y hago lo que me da la gana, te voy a conceder ciertos privilegios.
      Verás, las feministas, en general, estamos algo saturadas de que los hombres, en su situación social privilegiada sobre nosotras, nos digan cómo tenemos que llevar nuestra lucha con ideas meridianas cuando además, no suelen estar muy duchos en corrientes, conceptos, etc. del feminismo. Para ponerte un ejemplo: A mi no se me ocurriría ir a una población indígena del Perú, por ejemplo, y decirles cómo tienen que llamar a sus movimientos de liberación o cómo tienen que trabajar contra la opresión blanca. Como mucho, escuchando lo que tienen que decir y aprendiendo de cómo su colectivo decida hacer las cosas, brindaré mi apoyo en su lucha desde el respeto y acatando sus decisiones. Porque, efectivamente, como mujer blanca individual, puedo estar de su parte, pero no pertenezco al colectivo que tiene que decidir y sí al colectivo que goza de privilegios que ellos no tienen La verdad es que no creo que haya que cambiar la palabra. En absoluto. Son siglos de lucha bajo ese nombre, y no es que no tienen. Con esto lo que quiero decir, con muchísimo cariño, es que quizá no sea la mejor manera entrar con propuestas a tratar una lucha que desconoces y que, aunque te incumba somo ser humano, no es contra tu opresión.
      Por otro lado, la "percepción" que tienes es, efectivamente, equivocada. "Hembrismo" es un término que se han inventado, es la nueva forma de insultar a las mujeres feministas, un mito. Aún no he conocido a ninguna "hembrista" de esas que se dice que odia a los hombres y que pretende la supremacía sobre ellos etc. Es como el yeti. Todo el mundo habla de esa feminista/hembrisa odiahombres que quiere someterlos y matarlos, pero nadie la ha visto. Y oye, si algún día alguien se topa con ella, será una, y no representativa de todas las mujeres que luchamos por la visibilidad, la igualdad de oportunidades -que no la igualdad en general, ojo- y la recuperación del espacio de lo socialmente considerado femenino como algo no ridículo, nocivo etc. Y con esto resumo ago más que quería decirte. En cualquier caso, el hecho de que no exista un "opuesto" al machismo, como sería hembrismo, es porque el machismo es una forma de actuar en un mundo que responde a una sociedad ideológicamente patriarcal, en la que los hombres son los privilegiados. No existe lo contrario, una sociedad que privilegie a las mujeres y por tanto se pueda dar opresión en sentido inverso.Es así de simple. Es más,hasta a las feministas se nos escapan actitudes machistas sin querer, es nuestro paradigma cultural.(Sigue)

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    2. Por otro lado negar la palabra feminismo sería alejarse de una tradición que en Occidente con más de tres siglos de lucha, ¿Por mero marketting guarro traicionar a nuestras compañeras y hacerle el caldo gordo al sistema que queremos echar abajo? No. Nunca. Lo que hay que hacer es continuar y conseguir que esa "mala prensa" que no es otra cosa que tremenda ignorancia -¿Apenas se estudian las sufragistas en la escuela y la palabra "feminismo" es el problema?-, se termine, educando en valores, concienciando y luchando.
      Además, una palabra como "Igualista" o "géneroigualista" podría sólo englobar, en todo caso a un tipo de movimiento dentro del feminismo, el llamado "feminismo de la igualdad". Pero es que según ciertas reivindicaciones, convicciones y formas de luchas, hay muchísimos feminismos más. Yo por ejemplo, no me considero dentro del feminismo de la igualdad, puesto que creo que no se trata de ser "consideradas iguales", sino de tener "igualdad de oportunidades" reconociendo la diversidad de los géneros y las sexualidades y formas de vida ligadas a los sexual, que pueden ser muchos más de dos.
      Todo esto es un resumen muy rápido, hay muchísimos matices y conceptos que habría que explicar para exponerlo mejor, pero esto, como te decía antes, sería como un curso de 1º de feminismo y no es el espacio ni tiene que ver con la entrada del post.
      Un abrazo muy grande y gracias por leerme.

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  2. Enhorabuena por el estreno (como dicen los entusiastas oyentes a sus locutores favoritos) Se ha hecho esperar, pero ha merecido la pena. Aquí está! Me ha encantado el comienzo del blog, tu inconfundible y personal tono y la revolución a la que nos llamas! Yo, desde luego, me declaro seguidora de Medusa. A seguir!

    PD: ¿Pero que has hecho la confirmación?!!!!

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    1. ¡Muchas gracias!
      Sí, he hecho la confirmación. Aquí donde me tienes, no creo en dioses, pero me gustaría.
      La espiritualidad y el mundo de lo simbólico es algo que creo que necesario recuperar en los espacios feministas, y con ellos, algunas tradiciones para darles la vuelta y empoderarnos a través de las prácticas que nos son cercanas.
      ¡Alabada sea Medusa!

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Modero, sí, porque hay quién cree que opinar es insultar.
¡Perdona las molestias!